Con el objetivo de educar a los jóvenes en la fraternidad, para aprender a superar divisiones y conflictos, promover la aceptación, la justicia y la paz, el Papa Francisco invita a firmar un Pacto educativo global a todos/as aquellos/as que se preocupan por la educación de las generaciones más jóvenes. Se trata de generar un cambio de mentalidad a escala planetaria a través de la educación.
El Santo Padre ha lanzado un llamamiento especial y nos ha invitado a adherirnos a un Pacto Educativo Global comprometiéndonos personal y conjuntamente. «Es hora de mirar hacia adelante con valentía y esperanza. Que nos sostenga la convicción de que en la educación se encuentra la semilla de la esperanza: una esperanza de paz y de justicia. Una esperanza de belleza, de bondad; una esperanza de armonía social».
Nuestro cole es uno de los 500 centros educativos que se ha sumado a este Pacto con el que pretendemos alcanzar los 7 objetivos propuestos por el Papa y que sin los siguientes:
Primero: poner en el centro de todo proceso educativo formal e informal a la persona, su valor, su dignidad, para hacer sobresalir su propia especificidad, su belleza, su singularidad y, al mismo tiempo, su capacidad de relacionarse con los demás y con la realidad que la rodea, rechazando esos estilos de vida que favorecen la difusión de la cultura del descarte.
Segundo: escuchar la voz de los niños, adolescentes y jóvenes a quienes transmitimos valores y conocimientos, para construir juntos un futuro de justicia y de paz, una vida digna para cada persona.
Tercero: fomentar la plena participación de las niñas y de las jóvenes en la educación.
Cuarto: tener a la familia como primera e indispensable educadora.
Quinto: educar y educarnos para acoger, abriéndonos a los más vulnerables y marginados.
Sexto: comprometernos a estudiar para encontrar otras formas de entender la economía, la política, el crecimiento y el progreso, para que estén verdaderamente al servicio del hombre y de toda la familia humana en la perspectiva de una ecología integral.
Séptimo: salvaguardar y cultivar nuestra casa común, protegiéndola de la explotación de sus recursos, adoptando estilos de vida más sobrios y buscando el aprovechamiento integral de las energías renovables y respetuosas del entorno humano y natural, siguiendo los principios de subsidiariedad y solidaridad y de la economía circular.
El Santo Padre nos propone una reflexión y debate entorno a las siguientes áreas:
Dignidad y derechos humanos: necesitamos construir una sociedad más humana, más justa. “No podemos mirar para otro lado”, nos dice el papa Francisco. No podemos mirar para otro lado ante las injusticias, las desigualdades, el hambre en el mundo, la pobreza, cualquier tipo de abuso contra los más pequeños… no podemos ser indiferentes ante las personas que dejan su país por los cambios climáticos, los que huyen de los conflictos armados o de la miseria, ante la persecución de creyentes de diferentes confesiones, los ataques a la dignidad humana…
Fraternidad y cooperación: la pandemia ha evidenciado que estamos conectados en el bien y en el mal, que compartimos una misma casa común, que tenemos un mismo origen y un mismo destino, y que, cuando no nos cuidamos, surgen desigualdades, egoísmos, injusticias, marginación. El papa Francisco nos ha hablado de fraternidad y cooperación, y ha insistido en que “la solidaridad es el único camino posible en un mundo pospandemia”. “La solidaridad -añade- es una cuestión de justicia” y necesitamos provocar un cambio de mentalidad que nos lleve a pensar en términos de comunidad.
Tecnología y ecología integral: el Papa en diferentes ocasiones ha compartido sus reflexiona sobre el respeto a la creación y el cuidado de la casa común. En todas ellas nos recuerda que la tierra es una herencia común cuyos frutos deben beneficiar a todos. La realidad, sin embargo, nos muestra la debilidad del planeta y nos demanda otro modo de ejercer la economía y el progreso, un nuevo estilo de vida en el que seamos capaces de liberarnos de la esclavitud del consumismo. “Cuidemos de la creación recibida como un don que hay que cultivar y proteger para las generaciones futuras”, nos pide el papa Francisco.
Educación y promoción de la paz y la ciudadanía: en un mundo dividido y fragmentado el Papa no invita a la fraternidad y a la reconciliación entre todos los creyentes y entre todas las personas de buena voluntad. “Nuestra fe -señala el Papa- nos lleva a difundir los valores de la paz, de la convivencia y del bien común”. Se hace necesario que reflexionemos y pensemos acciones que promuevan juntamente la paz y la justicia en el mundo.
Cultura y religiones: en nuestro mundo moderno y global coexisten muchas experiencias de encuentro cultural y religioso que deberían provocar el diálogo entre las religiones. El Papa nos habla de la riqueza que supone colaborar con quienes piensan y sienten distinto con la certeza de que “todos somos hijos de Dios”, y nos apremia a impulsar y buscar un “diálogo sincero entre hombres y mujeres de diversas religiones que conlleve frutos de paz y justicia”. Donde unos utilizan la religión para agitar el fanatismo y la violencia, otros podemos buscar en la diversidad de religiones la concordia y la paz.